Calvin Klein otoño / invierno 2017.

De cómo Raf Simons hará grande la moda americana otra vez. 



El día que Donald Trump se convirtió, oficialmente, en el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de America, Riccardo Tisci presentaba en París la que sería su última colección como director creativo de Givenchy.

Hasta hace apenas una semana, ningún evento importante de moda (léanse fashion weeks) se había llevado a cabo en suelo americano a merced, por decirlo de alguna manera, del ex empresario: primero las presentaciones para hombres la semana pasada y las presentaciones para mujeres que se llevan a cabo actualmente y que empezaron antier y que seguirán hasta el próximo 16 de febrero.

Menciono esto porque, a pesar de lo que se escucha habitualmente acerca de que el mundo de la moda es una especie de abstracción del mundo real, una burbuja en la que no hay que preocuparse por nada más que por ropa, modelos, desfiles y after-parties (y luego no queremos que se nos tilde de banales), la industria de la moda refleja y es influida por la sociedad contemporánea y todo lo que acontece en ella.

Así que es imposible pensar que algunos de los asistentes a estos desfiles (diseñadores, staff, invitados, modelos) no piensa, de una u otra manera, en Donald Trump, desde su infame política, pasando por su pleito con Nordstrom (eso es más cercano a la industria de la moda, por cierto), hasta el nefasto “Make America Great Again”. Este último que, por cierto, bien podría aplicarse a la industria de la moda americana en estos momentos llenos de cambios dentro de la propia industria. Si no se le atribuyera la frase a quien ha sido tildado de neo-fascista, no estaría nada mal que apareciera en la portada de Vogue algo como “Make American Fashion Great Again”.

Porque sí. La moda americana lo está pasando algo mal, concretamente, la semana de la moda en Nueva York, su evento más importante. Tomemos, por ejemplo, el calendario de esta temporada, que se quedó sin muchos de sus grandes nombres porque a estos les apetecen nuevos aires: Tommy Hilfiger presentó su colaboración con Gigi Hadid en California (¡ni siquiera en las fechas oficiales!) mientras que Proenza Schouler, Rodarte y hasta la línea de Rihanna para Puma decidieron presentarse en París (Fashionista tiene un artículo donde ahonda más en este tema con el apocalíptico título de Is New York Fashion Week over?). Así, solo quedan algunos grandes nombres como Alexander Wang, Oscar de la Renta, y Marc Jacobs (del que cada temporada me preguntó si será la última vez que se presente en Nueva York).

Este, claro, es tan solo uno de los problemas y uno de los muchos cambios que existen en la industria de la moda americana actualmente pero contrario a lo que involucra el plan trumpista (¿trumpiano? ¿son estas ya palabras?), hacer grande la moda americana otra vez no involucra vetos migratorios o pelearse con Nordstrom. De hecho, es relativamente más simple (mucho más ético y menos ridículo) e involucra una decisión y un hombre.

Pregúntenle a Calvin Klein.

¿La decisión? Apostar por lo simple, lo que se puede entender como unificar colecciones y direcciones creativas bajo (¡adivinaste!) un solo hombre.

¿Qué hombre? Bueno, cuando América fue grande lo hizo gracias a más personas provenientes de todos los países además de los americanos y lo mismo aplica para la industria de la moda (ahí estaban y están personas como Oscar de la Renta, dominicano o Carolina Herrera, venezolana) por lo que no es de sorprender que ese hombre sea un belga: Raf Simons.

Proveniente de un país que ha visto nacer y educarse a figuras destacadas en la industria como Maison Martin Margiela, los miembros de The Antwerp Six o Diane von Furstenberg (que también revolucionaría la moda americana en su momento) y del que él mismo es heredero, Raf Simons siempre se había mantenido en la esfera europea de la moda, primero con su colección homónima y después como director creativo de Jil Sanders y Dior. Así, cuando Simons fue nombrado director creativo de Calvin Klein, no solo fue una gran sorpresa sino también significaba la primera ocasión que se involucraría en la esfera americana de la moda.

Su nombramiento en agosto fue una sorpresa no porque se dudará de su talento, sino por el hecho de que no solo sería su primer trabajo para una firma americana sino también para una firma sumamente comercial. Su firma homónima y Jil Sander no son precisamente firmas underground pero no tienen la popularidad de Calvin Klein; algo similar sucede con Dior firma que está más asociada al lujo, los clientes privados y la alta costura, es decir, la exclusividad.

Personalmente, nunca dude de él, de Raf Simons, diseñador de modas, más bien, me preocupe por él y su salud mental como lo hago con todos los directores creativos que tienen que hacerse cargo de una cantidad descomunal de trabajo al año (¿¡acaso Karl Lagerfeld duerme?!) porque, a pesar de que estaba segura de que tendría al mejor equipo con él (incluido el simpático Pieter Mulier) y que no tendría encima algo tan engorroso como dos colecciones de alta costura al año, Calvin Klein involucraba colecciones para hombres y mujeres, maquillaje, perfumes, jeans, ropa interior y hasta una línea de artículos del hogar. ¿No fue acaso este mismo Raf Simons quien le explicaba a Cathy Horyn en una entrevista, el horario sin fin y la gran cantidad de trabajo que involucraba trabajar en Dior tan solo días antes de dejar el puesto?

Pero Simons aceptó el puesto, unificó las firmas (de concepto a presentación) y ayer, presentó su colección debut en medio de una instalación de su amigo y colaborador frecuente, el artista Sterling Ruby. Una colección, que no solamente reflejó el por qué Raf Simons es uno de los diseñadores más importantes de las últimas décadas, sino también su propia visión de la moda americana y de la situación socio-política actual, porque el diseñador diseñó su propia versión de la pañoleta blanca que Business of Fashion ha pedido al mundo de la moda usar en contra del veto migratorio de Trump en señal de “creer en un mundo unido e inclusivo” bajo el hashtag de #TiedTogether.


Fotografía vía Dazed Digital.
De hecho, la unificación sin importar, en este caso, los diferente estilos que componen la moda americana fueron el concepto central detrás de su primera colección para Calvin Klein: “toda esta gente con diferentes estilos y códigos de vestir, es el futuro, el pasado, el art déco, la ciudad, el oeste… todas estas cosas y ninguna de estas cosas” decían las notas del show. También estaba por supuesto el hecho de retomar las características que Calvin Klein, el diseñador, introdujo como la pureza, la sencillez (¿¡quién mejor que Simons aka el rey del minimalismo para retratar esto!?) y la sensualidad de los diseños. Los calvinismos (palabra que retomo de la reseña de Nicole Phelphs para Vogue) aparecieron entonces, en forma de varsity jackets con torsos de seda y mangas tejidas, pantalones de mezclilla (OBVIAMENTE) o de cuero con chamarras a juego.





También hubo muchas cosas que son fácilmente identificables como propias de Simons: los trajes de sastrería impecable, la paleta de colores solida pero nada exagerada con algunos estampados, y un poco de su minucioso trabajo haute couture con los vestidos de plumas que ya habíamos visto en la presentación de la nueva línea Calvin Klein by Appointment. Hubo una especie de tributo discreto a Maison Martin Margiela en el fur coat amarillo envuelto en plástico que usó Julia Nobis.





La mayoría de las prendas fueron concebidas para ser usadas tanto por mujeres como por hombres acercándose al enfoque genderless aunque de manera diferente a como lo han hecho firmas como Vivienne Westwood. En Calvin Klein los chicos no usaron vestidos, en Calvin Klein el asunto genderless va más por la idea de que la modernidad no es un concepto exclusivo para un solo género.



Hubiera sido fácil que Simons hubiera decidido ponerles vestidos a los chicos o bolsas de papel a todos sus modelos pero, como escribió Vanessa Friedman, el hecho de que se atreviera a retomar el legado del fundador de la firma y a decir algo más grande y visceral con su ropa, hicieron toda la diferencia.

Y no podría estar más feliz por él, más emocionada por lo que viene. 


Todas las fotografías (excepto donde se indica) por Yannis Vlamos / Indigital.tv; vía Vogue Runway.

E N T R A D A S P O P U L A R E S